miércoles, 11 de junio de 2014

Orgulloso de español y demócrata

Hace poco Esperanza Aguirre llamó antiespañoles a aquellas personas que no comparten su afición a las corridas de toros. El domingo, el alcalde de Salamanca, nuestro alcalde, felicitaba a Rafa Nadal por su victoria en Roland Garros  y le agradecía lo buen español que es tras haber mostrado su agradecimiento al Rey Juan Carlos I por felicitarle con una llamada de teléfono. Puestos en los tópicos más rancios,ser buen español, o el paradigma que tiene la derecha de lo que es “ser español”, es el de hombre blanco, heterosexual, católico, taurino y monárquico que, además, debe hacer gala de su hombría y machismo, ser perfecto caballero, vago, pícaro y siempre pensando en la fiesta. Yo, desde luego, me opongo a esta idea de “lo español”.

Por ser demócrata, republicano, de izquierdas y ateo no me siento portugués, ni alemán ni americano, ni me considero más o menos español que cualquier compatriota. No voy a aceptar lecciones nacionalistas que me digan lo que me tiene que gustar, ni qué debo sentir para ser un español de verdad. Recordemos el nacionalcatolicismo y su concepto de “antiespañol”, que tanto daño a hecho. Si no te amoldas a su modelo de “español”, poco menos que eres ETA.

Si hacemos caso de los tópicos y paradigmas culturales, prefiero quedarme con aquellos que ensalzaba la solidaridad del pueblo español, como demuestran diariamente muchas familias que salen adelante a pesar de las penurias económicas. Los españoles somos tenaces, de ahí los logros conseguidos por las plataformas que defienden lo público. Somos valientes y orgullosos, y por eso llegamos hasta el final en las Marchas de la Dignidad, a pesar de los impedimentos y las calumnias. Pero sobre todo, cada vez somos más conscientes de que el futuro, está en nuestras manos y debemos pelearlo ante aquellos que quieren expropiárnoslo.

Por eso, señor alcalde, además del reconocimiento a lo buen deportista que es Rafa Nadal, se agradecería leer en su cuenta de Twitter un reconocimiento a los logros que la constancia y el tesón de Stop Desahucios Salamanca está consiguiendo, a la labor que desempeñan los voluntarios de las redes de solidaridad vecinal que están surgiendo en esta ciudad. Nos gustaría leer que se preocupa por las condiciones laborales de los trabajadores de Qualytel o unas palabras de ánimo a las personas que hemos salido a la calle para reivindicar el valor de la Alamedilla, o a protestar por el error que supone el nuevo acceso a los hospitales. Porque todos, querido alcalde,  también nos sentimos orgullosos de ser españoles y salmantinos, pero no como los que tienen cuentas en Suiza o defraudan al fisco, no: nos sentimos españoles y salmantinos, además de demócratas, porque defendemos la soberanía de nuestro país y los servicios públicos, porque defendemos la justicia social, porque creemos en las posibilidades de nuestro país y de nuestra ciudad. Yo soy español y demócrata, por mucho que les duela. 

http://salamancartvaldia.es/not/47443/orgulloso-de-ser-espanol-y-democrata/#sthash.Za7AA3mp.dpuf

miércoles, 4 de junio de 2014

¿Crisis del bipartidismo?. Aún no

Tras las elecciones europeas, hemos estado inmersos en una semana saturada, tal vez hasta el hartazgo, de informes de datos, análisis de resultados, perspectivas e hipótesis de futuro… todo basado en unas elecciones que al 54% de la población española parece ser que no le han interesado ni seguirán interesándole. De los temas más comentados destacan sobre manera dos: la sorpresa de “podemos” y el varapalo al bipartidismo que, al parecer, queda tocado. Para poder hablar sobre si lo ocurrido afecta de verdad a ese sistema decimonónico o si se trata de una crisis coyuntural, debemos aclararnos sobre qué entendemos por bipartidismo y a qué nos referimos cuando decimos que empieza a agrietarse.

Una posible explicación casi literal puede ser la de dos `partidos que se alternan en el poder y que, como en época de Cánovas y Sagasta, colaboran según los intereses mutuos. Esta definición se acerca bastante a la realidad existente en el Congreso de los Diputados pero no sería del todo exacta ya que, tanto en la Cámara Baja como en la Cámara Alta existen otras fuerzas políticas periféricas o minoritarias que, a veces, han tenido su relevancia colaborando y sosteniendo a uno de los grandes partidos. Tanto con González como con Aznar esas coaliciones fueron de gobierno, mientras que Zapatero innovó con la “mayoría variable”, aparentemente más aceptable desde la moda de lo políticamente correcto.

Otro ejemplo posible, quizá más puro, puede encontrarse en el Ayuntamiento de Salamanca solo que aquí, lo de la alternancia, no se ajusta a la realidad. Unos gobiernas y otros… hacen lo que pueden.

Para mí la verdadera crisis del bipartidismo, lo que realmente demostraría el fin del sistema, sería que otras fuerzas políticas que no correspondan al PP o al PSOE, los conservadores y liberales del siglo XIX, tuviesen opción a gobierno. Para ello es imprescindible una reforma de la ley electoral, sin este cambio, el bipartidismo siempre se mostrará enrocado y aferrado al poder porque tendrá posibilidades de sustento. Solo con unas elecciones más justas e igualitarias, sin dejar de respetar a las minorías podremos conseguirlo.

No es tarea fácil. No basta con un 7% o un 10% de los votos para cambiar las cosas pues, los dos grandes partidos y los nacionalistas que se benefician de ellos, aún no están por la labor de enmendar la injusticia, de ceder terreno y asumir el reto de un verdadero juego democrático y representativo. Mientras la ley no cambie, el bipartidismo seguirá con buena salud para resistir los envites de la ciudadanía.