miércoles, 2 de julio de 2014

Criminalizando al ciudadano medio

Criminalizando al ciudadano medio Resulta sorprendente la capacidad que el Gobierno del PP tiene para ofender a la ciudadanía. Me refiero a la campaña publicitaria en televisión de la declaración de la renta de este año.

El Partido Popular del ‘caso Gürtel’ (en simulado y diferido),  del Palma Arena y Noos, de las amnistías fiscales, de Bárcenas y un largo etcétera, el mismo Partido Popular que ha convertido la corrupción en una forma de gobierno, lanza una campaña criminalizando al ciudadano que no paga sus impuestos. Como si para un asalariado fuese posible tener cuentas en Suiza o una SICAV. Pero ya saben, repitan el mantra conmigo: hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y todos somos culpables de la crisis.

Es cierto que  la economía sumergida en España supera el 26% del PIB y supone un serio problema que los inspectores de Hacienda vienen denunciando sistemáticamente, pero como han dejado claro estos mismos técnicos de Hacienda, el 72% del fraude fiscal lo cometen grandes empresas y grandes fortunas. Si la hacienda pública no tiene suficientes recursos para financiar los servicios públicos no es porque haya una gran parte de la población que sobrevive trabajando en negro para llenar la nevera; hay que mirar arriba para encontrar a los culpables. Por eso sorprende que el Gobierno que  ha reducido la inversión en la lucha contra el fraude y las inspecciones fiscales, que ha sustituido a policías que investigaban los principales delitos de corrupción de este país, que declaró una amnistía fiscal y que no ha dudado ni un momento en realizar recortes de servicios sociales y públicos para salvar a bancos privados, impulse esta campaña.  Ofende que  el partido que sustenta al Gobierno , que nuevamente se ve salpicado por la sospecha de financiación ilegal, de sobres y reformas en B,  y que siempre ha apostado por lo privado, nos diga lo que ya todos sabemos: que la construcción del Estado, su mantenimiento y los servicios a los ciudadanos se mantienen gracias al dinero de todos y todas. Estoy seguro de que muchas de las personas implicadas  en los casos anteriores  además de sus buenas cuentas bancarias en Suiza, o donde sea, tienen seguros médicos privados, planes de pensiones, y sus hijos y nietos  acuden a la educación privada. Así es el cinismo y la hipocresía de la derecha española que vende lo público y gobierna para una minoría de privilegiados. Sólo les ha faltado decir “quien quiera algo público de calidad, que lo pague”, aunque ellos son más de mandarte a Cuba.

Un ejemplo que ilustra muy bien lo dicho: el Ayuntamiento de Salamanca  debido a su déficit presupuestario y al plan de reajuste impuesto, está inhabilitado, de facto,  para contratar nuevo personal y cubrir jubilaciones,  ha reducido las partidas presupuestarias destinadas a temas sociales, políticas de empleo y de impulso económico, aunque lo intente maquillar. La crisis a azotado con dureza en la ciudad de Salamanca, la recaudación por impuestos ha disminuido y eso a obligado a dichos recortes según el concejal de turno pero tal vez, sólo tal vez, con una buena gestión que hubiese impedido la prescripción de  deudas millonarias derivadas de tasas y sanciones a constructores, con una política cabal, alejada de megalomanías que ahorrasen hasta 6 millones de euros en indemnizaciones, y con un poco de planificación urbana que evitase volver a realizar obras en avenidas recién  modificadas, esa situación financiera hubiese sido menos crítica. Pero seguramente esté equivocado  y la culpa sea otra vez  del ciudadano, que pretende vivir por encima de sus posibilidades. 

miércoles, 11 de junio de 2014

Orgulloso de español y demócrata

Hace poco Esperanza Aguirre llamó antiespañoles a aquellas personas que no comparten su afición a las corridas de toros. El domingo, el alcalde de Salamanca, nuestro alcalde, felicitaba a Rafa Nadal por su victoria en Roland Garros  y le agradecía lo buen español que es tras haber mostrado su agradecimiento al Rey Juan Carlos I por felicitarle con una llamada de teléfono. Puestos en los tópicos más rancios,ser buen español, o el paradigma que tiene la derecha de lo que es “ser español”, es el de hombre blanco, heterosexual, católico, taurino y monárquico que, además, debe hacer gala de su hombría y machismo, ser perfecto caballero, vago, pícaro y siempre pensando en la fiesta. Yo, desde luego, me opongo a esta idea de “lo español”.

Por ser demócrata, republicano, de izquierdas y ateo no me siento portugués, ni alemán ni americano, ni me considero más o menos español que cualquier compatriota. No voy a aceptar lecciones nacionalistas que me digan lo que me tiene que gustar, ni qué debo sentir para ser un español de verdad. Recordemos el nacionalcatolicismo y su concepto de “antiespañol”, que tanto daño a hecho. Si no te amoldas a su modelo de “español”, poco menos que eres ETA.

Si hacemos caso de los tópicos y paradigmas culturales, prefiero quedarme con aquellos que ensalzaba la solidaridad del pueblo español, como demuestran diariamente muchas familias que salen adelante a pesar de las penurias económicas. Los españoles somos tenaces, de ahí los logros conseguidos por las plataformas que defienden lo público. Somos valientes y orgullosos, y por eso llegamos hasta el final en las Marchas de la Dignidad, a pesar de los impedimentos y las calumnias. Pero sobre todo, cada vez somos más conscientes de que el futuro, está en nuestras manos y debemos pelearlo ante aquellos que quieren expropiárnoslo.

Por eso, señor alcalde, además del reconocimiento a lo buen deportista que es Rafa Nadal, se agradecería leer en su cuenta de Twitter un reconocimiento a los logros que la constancia y el tesón de Stop Desahucios Salamanca está consiguiendo, a la labor que desempeñan los voluntarios de las redes de solidaridad vecinal que están surgiendo en esta ciudad. Nos gustaría leer que se preocupa por las condiciones laborales de los trabajadores de Qualytel o unas palabras de ánimo a las personas que hemos salido a la calle para reivindicar el valor de la Alamedilla, o a protestar por el error que supone el nuevo acceso a los hospitales. Porque todos, querido alcalde,  también nos sentimos orgullosos de ser españoles y salmantinos, pero no como los que tienen cuentas en Suiza o defraudan al fisco, no: nos sentimos españoles y salmantinos, además de demócratas, porque defendemos la soberanía de nuestro país y los servicios públicos, porque defendemos la justicia social, porque creemos en las posibilidades de nuestro país y de nuestra ciudad. Yo soy español y demócrata, por mucho que les duela. 

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miércoles, 4 de junio de 2014

¿Crisis del bipartidismo?. Aún no

Tras las elecciones europeas, hemos estado inmersos en una semana saturada, tal vez hasta el hartazgo, de informes de datos, análisis de resultados, perspectivas e hipótesis de futuro… todo basado en unas elecciones que al 54% de la población española parece ser que no le han interesado ni seguirán interesándole. De los temas más comentados destacan sobre manera dos: la sorpresa de “podemos” y el varapalo al bipartidismo que, al parecer, queda tocado. Para poder hablar sobre si lo ocurrido afecta de verdad a ese sistema decimonónico o si se trata de una crisis coyuntural, debemos aclararnos sobre qué entendemos por bipartidismo y a qué nos referimos cuando decimos que empieza a agrietarse.

Una posible explicación casi literal puede ser la de dos `partidos que se alternan en el poder y que, como en época de Cánovas y Sagasta, colaboran según los intereses mutuos. Esta definición se acerca bastante a la realidad existente en el Congreso de los Diputados pero no sería del todo exacta ya que, tanto en la Cámara Baja como en la Cámara Alta existen otras fuerzas políticas periféricas o minoritarias que, a veces, han tenido su relevancia colaborando y sosteniendo a uno de los grandes partidos. Tanto con González como con Aznar esas coaliciones fueron de gobierno, mientras que Zapatero innovó con la “mayoría variable”, aparentemente más aceptable desde la moda de lo políticamente correcto.

Otro ejemplo posible, quizá más puro, puede encontrarse en el Ayuntamiento de Salamanca solo que aquí, lo de la alternancia, no se ajusta a la realidad. Unos gobiernas y otros… hacen lo que pueden.

Para mí la verdadera crisis del bipartidismo, lo que realmente demostraría el fin del sistema, sería que otras fuerzas políticas que no correspondan al PP o al PSOE, los conservadores y liberales del siglo XIX, tuviesen opción a gobierno. Para ello es imprescindible una reforma de la ley electoral, sin este cambio, el bipartidismo siempre se mostrará enrocado y aferrado al poder porque tendrá posibilidades de sustento. Solo con unas elecciones más justas e igualitarias, sin dejar de respetar a las minorías podremos conseguirlo.

No es tarea fácil. No basta con un 7% o un 10% de los votos para cambiar las cosas pues, los dos grandes partidos y los nacionalistas que se benefician de ellos, aún no están por la labor de enmendar la injusticia, de ceder terreno y asumir el reto de un verdadero juego democrático y representativo. Mientras la ley no cambie, el bipartidismo seguirá con buena salud para resistir los envites de la ciudadanía.

miércoles, 21 de mayo de 2014

25 de Mayo: abstenerse no es una opción

En pocos días habrá terminado la campaña para las Elecciones Europeas y previsiblemente se producirá una gran paradoja. Ante una de las citas electorales más importantes que tenemos se estima una abstención del 60,3%, o lo que es lo mismo: la política europea, las imposiciones, los recortes, las ayudas y las directrices que marcarán nuestro día a día durante los próximos quince o veinte años lo decidirá una minoría que no llega a representar ni al 40% ¿se imaginan una comunidad de vecinos regida solo por lo que opinen los de la segunda planta y algunos de la tercera?

La abstención es un fracaso de la política que no ha querido, no ha sabido, o no ha podido concienciar y movilizar a la gente. Los dos grandes partidos, por el motivo que sea,  han abandonado su responsabilidad de explicar a la gente qué es Europa, en qué afecta a los ciudadanos y qué proyecto nos ofrecen. Lejos de eso, se han enfrascado en un decepcionante “y tú más”,  en promesas vacías de cambio o de continuidad según el color de quien te lo diga.  Hace falta más Europa predican a una población dolorida, vejada,  desilusionada, cansada de imposiciones que no entiende, de tantas injusticias que no se merece y harta de que la culpabilicen de los errores que han cometido otros y de la dejadez de los que le vuelven a pedir su confianza.

El no votar el día 25 también es un fracaso de la ciudadanía en su conjunto que renuncia a uno de sus derechos fundamentales. Es muy cómo criticas y quejarse sin hacer nada.  Luego llegarán los reproches,  las quejas y las protestas en los bares con los amigos, en el trabajo ante algún abuso de la empresa,  o un despido,  Se hablará de una casta política que no nos representa y criticaremos sus privilegios y nuestra falta de ellos sin querer asumir que nosotros, con nuestra dejadez,  o con nuestra inercia, somos en parte corresponsables de la situación.

Es el momento de cambiar, de ser conscientes de nuestra responsabilidad y asumir que el poder de la gente es la fuerza que se necesita para impulsar políticas más justas y sociales. La abstención el 25 de mayo no es una opción pues hace falta elegir con el voto qué modelo queremos, si más Europa u otra Europa. Una Europa de los ciudadanos, que vuelva a ser aquello que estuvimos a punto de alcanzar: vanguardia de derechos y de justicia. Una Europa construida entre todos y no impuesta para satisfacción de unos pocos. Pero tras el impulso inicial del voto hace falta el empuje de la ciudadanía, su exigencia y su apoyo para conseguirlo.


miércoles, 14 de mayo de 2014

Lo que se decide en Europa también afecta a Salamanca

Durante mucho tiempo, hemos observado las instituciones europeas como algo lejano. Una administración complicada, poco definida y a la que los políticos nacionales parecían no darle mucha importancia, no debía suponer quebraderos de cabeza para los habitantes de una pequeña capital de provincias, tranquila en su devenir cotidiano, sin grandes aspiraciones y por tanto sin grandes problemas. La Unión Europea existía y gracias a ella Salamanca se impulsaba culturalmente, llegaba dinero a la ciudad  y eran los que se planteaban quién gobernaba allí arriba, ni qué intereses tenían.

La crisis ha cambiado todo, la ciudadanía ha aprendido a base de golpes y sacrificios que lo que allí se decide afecta directamente a todos. La bravuconada del PP de que cuando gobernase derogaría la prohibición de fumar en bares no lo ha hecho y no porque no quiera, sino porque es mandato de Europa. La reforma de la Sacrosanta Constitución española también venía de arriba y el recorte y cambio del sistema de pensiones no solo es un mandato sino que, directamente, se copia el modelo que aplican en Alemania.

Debemos ser conscientes de que el ochenta por ciento de las leyes aprobadas en España, desde el Congreso de los Diputados hasta el ayuntamiento más pequeño, se plantean  partiendo de un marco general europeo, o son adaptaciones a una reglamentación comunitaria. Este dato resulta muy gráfico para llegar a comprender la importancia que tiene la elección de nuestros representantes en Bruselas.

Si tenemos en cuenta que la provincia de Salamanca es principalmente agrícola y por tanto depende de la PAC (Política Agraria Común), que la zona fronteriza, especialmente el Abadengo y el Campo de Camaces, todavía se consideran zonas deprimidas y por debajo de la media del desarrollo de la Unión, requiriendo por ello de los Fondos de Integración Europeos, podemos  darnos cuenta de la importancia que la política europea tiene en nuestro día a día.

La ciudad de Salamanca, debido a sus características concretas, también se muestra especialmente sensible a esas decisiones. La capital charra es una de las ciudades más envejecidas de la zona Euro  y por tanto una de las ciudades que más va a necesitar que se fortalezcan políticas sociales, como las  revalorización de las pensiones, el incentivo a la natalidad, estímulos para crear trabajo juvenil y evitar así la despoblación…Medidas que requieren que se vuelva a una Europa Social y de Izquierdas, comprometida con la defensa de los  ciudadanos y no de los mercados.


miércoles, 7 de mayo de 2014

Por un Estado Laico (II)

Hace poco hacía referencia al peso económico que tiene la Iglesia española como institución. Su múltiple financiación, directa e indirecta, por el Estado, le supone unos ingresos que se estiman en más de once mil millones de € anuales. Esta situación de fuerza se ha visto sustentada por la complicidad de los gobiernos del PSOE y la colaboración de los del PP hasta llegar a un momento, el actual, en el que resulta vergonzoso, e indignante, observar cómo hay leyes que se aprueban para mantener este estatus sin ningún tipo de rubor.

La religión, debe enmarcarse en el ámbito privado y hacerse valer en el mismo, es decir: tan inviolable es el respeto a las creencias religiosas de las personas como la libertad de éstas a creer o no creer. Algunos fanáticos intentan desacreditar este racionamiento acusando de intolerantes, anticlericales y violentos a aquellos que denunciamos esta vulneración por parte de los sectores poderosos de la Iglesia y de algunos políticos. Este ataque demuestra que lo que realmente les preocupa, es la pérdida de elementos de control social que les permita seguir con su doble juego moral.

Cuando pensaba en este artículo, tenía en mente poner como ejemplo de esta vulneración de derechos los funerales de Estado celebrados en marzo, donde el Cardenal Rouco Varela hacía su personal exaltación de valores tradicionalmente españoles. Otro ejemplo reciente  de este insulto a la independencia religiosa de las personas ha sido el juramento del cargo de la nueva ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina. Ha jurado su cargo ante el Rey, el crucifijo y con la mano sobre la biblia.

La diferencia entre prometer y jurar es que uno promete por su honor, por su palabra, por su valía como persona y responderá ella misma de su gestión ante la ciudadanía. Jurar implica comprometerse ante una creencia personal concreta y a ella se le rendirá cuentas. Esta señora, funcionaria del estado, ministra y miembro del gobierno de la nación, con el gesto del crucifijo, la biblia y el juramento ha expresado de manera rotunda que cumplirá sus funciones porque cree en Dios, en el dios católico, para ser exactos, no en la Constitución ni en las leyes. Me parece una falta de respeto ante los millones de ciudadanos y ciudadanas que no cree, o son protestantes, musulmanes, budistas o judíos.

Si viviésemos en un estado islámico, y hubiese jurado el cargo con el Corán, la Ministra de Agricultura y Alimentación podría decretar la prohibición de comer cerdo, por sus creencias. Suena absurdo ¿verdad? Pues despertemos porque eso ya está ocurriendo. La reforma de la Ley del aborto, planteada desde la criminalización por el ministro de justicia, obedece a mandatos religiosos. La retirada del servicio de la fecundación in vitro a parejas lesbianas y a mujeres solteras por parte de la ministra de Sanidad también. La obligación de dar religión en las aulas y que sea materia evaluable, o que los jueces abiertamente se declaren miembros de grupos religiosos sean o no ultraconservadores, que lo suelen ser, tienen el fin de mantener ese control social que tanto beneficia a una casta endogámica e intransigente.

La España del 2014 no es la de 1950, hemos cambiado. La influencia de la Iglesia debe acabar sobre lo público. Debemos aplicar el principio del laicismo como garante de las libertades de las personas. Lo contrario, lo que tenemos ahora, no significa respeto ni es democrático sino imposición y dogmatismo.

miércoles, 30 de abril de 2014

El 1º de mayo es más que un día festivo

Cuando la economía va bien, tendemos a dejar de apreciar lo que tenemos: los derechos conquistados, los valores adquiridos, la responsabilidad que nos corresponde… todo en aras a vivir felices y despreocupados pues “el dinero todo lo puede.” Así, por dejadez de unos e intereses de otros, el 1º de Mayo se ha ido convirtiendo en un día festivo, carente de reivindicación y de contenido. El Día Internacional de los Trabajadores se aprobó en 1890, como reconocimiento a las huelga de Chicago donde los trabajadores lucharon, y murieron, por conseguir una jornada laboral de ocho horas y mejores condiciones en el trabajo para ellos,  para sus niños y sus mujeres.

Si analizo la situación pasada, con perspectiva, y comparo con la actual, compruebo lo mucho que se consiguió y cuánto hemos perdido en estos años de crisis cruel e inhumana. No se trata  solo de pérdida de derechos laborales, se trata además de un retroceso en la igualdad social, en la justicia, en el estado de derecho, en la dignidad como personas y como sociedad.

Aquellos trabajadores y trabajadoras de hace cien años, lucharon por conseguir una jornada de ocho horas,  pedían una negociación colectiva, demandaban un salario que les permitiese salir de la extrema pobreza y así vivir con dignidad, exigían un seguro social con el que mantenerse en caso de perder el empleo, para no verse en la indigencia a la que les llevaba la vejez o para no estar obligados al exilio.

Todo eso, poco a poco se fue consiguiendo. Pero nos hemos confiado. Creíamos que las conquistas eran permanentes e inviolables y ahora, tenemos el deber de salir a la calle para gritar por la defensa de nuestros derechos. La ley favorece la supresión de los convenios colectivos, es legal añadir hasta un 10% de horas adicionales semanales a la jornada laboral, con el consiguiente abuso por parte de algunas empresas. Los menores de edad ya no son explotados pero el 23% de la población infantil vive por debajo del umbral de la pobreza. Las pensiones pierden poder adquisitivo y tener derecho a la jubilación se precariza y dificulta.

Por ello el eslogan de Izquierda Unida es “El poder de la gente” porque no todo está perdido. Recuperemos nuestra conciencia, nuestra responsabilidad y reconquistemos nuestros derechos.

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