miércoles, 30 de abril de 2014

El 1º de mayo es más que un día festivo

Cuando la economía va bien, tendemos a dejar de apreciar lo que tenemos: los derechos conquistados, los valores adquiridos, la responsabilidad que nos corresponde… todo en aras a vivir felices y despreocupados pues “el dinero todo lo puede.” Así, por dejadez de unos e intereses de otros, el 1º de Mayo se ha ido convirtiendo en un día festivo, carente de reivindicación y de contenido. El Día Internacional de los Trabajadores se aprobó en 1890, como reconocimiento a las huelga de Chicago donde los trabajadores lucharon, y murieron, por conseguir una jornada laboral de ocho horas y mejores condiciones en el trabajo para ellos,  para sus niños y sus mujeres.

Si analizo la situación pasada, con perspectiva, y comparo con la actual, compruebo lo mucho que se consiguió y cuánto hemos perdido en estos años de crisis cruel e inhumana. No se trata  solo de pérdida de derechos laborales, se trata además de un retroceso en la igualdad social, en la justicia, en el estado de derecho, en la dignidad como personas y como sociedad.

Aquellos trabajadores y trabajadoras de hace cien años, lucharon por conseguir una jornada de ocho horas,  pedían una negociación colectiva, demandaban un salario que les permitiese salir de la extrema pobreza y así vivir con dignidad, exigían un seguro social con el que mantenerse en caso de perder el empleo, para no verse en la indigencia a la que les llevaba la vejez o para no estar obligados al exilio.

Todo eso, poco a poco se fue consiguiendo. Pero nos hemos confiado. Creíamos que las conquistas eran permanentes e inviolables y ahora, tenemos el deber de salir a la calle para gritar por la defensa de nuestros derechos. La ley favorece la supresión de los convenios colectivos, es legal añadir hasta un 10% de horas adicionales semanales a la jornada laboral, con el consiguiente abuso por parte de algunas empresas. Los menores de edad ya no son explotados pero el 23% de la población infantil vive por debajo del umbral de la pobreza. Las pensiones pierden poder adquisitivo y tener derecho a la jubilación se precariza y dificulta.

Por ello el eslogan de Izquierda Unida es “El poder de la gente” porque no todo está perdido. Recuperemos nuestra conciencia, nuestra responsabilidad y reconquistemos nuestros derechos.

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miércoles, 23 de abril de 2014

Por un Estado laico (I)

La Transición española asentó las bases de una democracia, permitida, controlada y dirigida por las fuerzas conservadoras dominantes, que debieron ser aceptadas en su momento por la oposición al Régimen franquista si se quería conseguir el cambio. Esa renuncia de máximos y de ideales por parte de la izquierda, que debió de ser temporal y no permanente, es causante de que algunas cuestiones sociales y políticas aún no hayan completado su proceso de transición.

Una de esas causas pendientes se refiere a la religiosidad del Estado y la influencia de la Iglesia española en la vida social y política permitida, con mayor o menor consentimiento, por los distintos gobiernos. Su peso en los sectores tradicionalmente conservadores, e incluso poco democráticos, evitó que la Constitución declarase la creación de un Estado laico, permitiendo que bajo el epígrafe de “aconfesional” la Iglesia Católica conservase sus privilegios y su órbita de poder.

Para conseguir un Estado más justo, igualitario y democrático, es obligatorio completar esa transición. La creencia religiosa, o la falta de ella, es una cualidad intrínseca del ser humano y por tanto debe ser inviolable. Si un Estado privilegia una creencia concreta  sobre otras, rompe el principio de justicia e igualdad en el que toda democracia debe basarse. Por tanto, la mejor manera de salvaguardar ese derecho es respetando la religión como algo privado sin elevarla a categoría de Estado. 

De los muchos aspectos que se podrían debatir y analizar sobre este tema, quiero realizar dos análisis que considero fundamentales: el privilegio económico que el Estado concede a la Iglesia, sobre todo cuando funciona como una gran empresa, y lo dañino que esa influencia supone para la consolidación del Estado de Derecho.

El diezmo: ese impuesto obligatorio que se aplicó en la Edad Media hasta finales del XIX y que consistía en tributar la décima parte de la riqueza que generases, se destinaba a mantener y engrandecer a la Iglesia como institución pues para asuntos religiosos, sacramentales y de obras pías, existían otros pagos.  Gracias a él se financiaron pequeñas ermitas e iglesias en pueblos remotos pero también grandes iglesias, catedrales, conventos e incluso palacios. Se financiaron cuadros, esculturas, música, orfebrería y la confección de ricos paños.  Por eso no entiendo que si esas cosas se consiguieron con dinero de todos en un pasado, en la actualidad se considere a la Iglesia como propietaria privada de unos bienes que deberían ser patrimonio Estatal. Esa privatización permite que la Iglesia funcione como una empresa altamente rentable allí donde puede y cobre entrada por visitar  algo que debería ser público, como la Catedral de Salamanca, por ejemplo.

Actualmente el mantenimiento del sistema de la Iglesia sigue dependiendo del dinero público. De la campaña de la Renta de 2012 los obispos recibieron 247 millones de Euros, pero si se suman las exenciones de IVA (las entradas a los edificios religiosos y museos no tributan), el pago del profesorado de religión por parte del Ministerio de Educación, el sueldo de los capellanes de hospitales, del ejército, que también corren a cargo de los ciudadanos, ayudas a ONG´s religiosas, colegios privados, hospitales y demás, la cifra supera los 11.000 millones de Euros.

Pero marcar la X en la Iglesia Católica no supone un acto de conciencia de sus creyentes, que si les sale a devolver siguen recibiendo el total de su declaración, sino que se indica que de los impuestos a pagar se quiere destinar el 0,7% a ese fin, por tanto es dinero que el Estado deja de ingresar en otras partidas. Marcar la casilla de otros fines sociales  (“otros”, como si la Iglesia por sí sola fuese uno) también financia a la Iglesia, esta vez de manera indirecta, ya que más de la mitad de las ONG´s subvencionadas son católicas.

El argumento de labor social y de beneficencia que desarrollan las instituciones religiosas gracias al dinero recibido supone un peligro, una trampa a la hora de querer justificar ese dinero ante la opinión pública. Como ciudadanos debemos exigir al Estado que cumpla su obligación asistencial y social para con nosotros, al igual que la labor educativa y sanitaria, o la de defensa,  y no permitir que, a través de artimañas se descargue esa labor en una beneficencia y dirigida con un interés sectario y de control social. 

miércoles, 9 de abril de 2014

Soy Republicano

Se podría esperar un artículo recordando los logros de la II República, hacer un poco de política ficción e imaginar cómo estaríamos ahora si el golpe militar, la guerra y la posterior dictadura franquista, no hubiesen frenado el desarrollo social y económico de aquella España de los años treinta.
Podría escribir sobre un supuesto proceso constituyente que marcase el camino para llegar a la III República, cómo debería formarse y qué características tendría para que se garantizase el respeto y los derechos de todos sus habitantes, pero prefiero argumentar por qué soy republicano.
Además de argumentos tan generales que a veces rayan el tópico -igualdad entre todos, democracia auténtica, menos gasto, progreso…-  y que son ideales que me gustaría alcanzar, a mayores tengo una razón personal para defender el sistema republicano y es que no me fío de la Monarquía; ni de la institución, ni de las personas que la representan y la defienden. No tienen mi confianza y con sus actitudes, insultantes para la ciudadanía, tampoco mi respeto.
Cuando digo que tampoco me fío de las personas que las representan me refiero al Gobierno que, para mantenerla, no duda en engañar al pueblo. Si el Presidente del Gobierno tiene obligación de hacer público su patrimonio y su declaración de la renta, antes y después de su mandato, razón de más para que el Jefe del Estado haga lo mismo. En cambio, se nos intenta contentar con un listado de macroeconomía familiar que oculta más que esconde. Eso es un embuste.
La última propuesta que me tomo como un agravio es que de forma unilateral, y parece ser que con beneplácito de la Corona, el Ministro de Justicia propone una reforma jurídica para que la Reina y los Príncipes de Asturias sean aforados y además, para que si el Rey abdica, siga siendo inviolable. Es triste pero estas medidas lo único que me llevan a pensar es: ¿tanta podredumbre hay que ocultar?
Si el alcalde de cualquier ciudad funcionase de manera semejante, como mínimo perdería la confianza de sus votantes y no saldría reelegido. Si el nombre de ese alcalde fuese mencionado de vez en cuando en la órbita de casos de corrupción,  (el caso Noos es el más reciente para la Monarquía pero no olvidemos  el caso de Los Albertos, o su relaciones con Prado y Colón de Carvajal, los Emiratos Árabes, Mario Conde…) o disfrutase de regalos con intereses poco claros debido a la opacidad que le rodease, ese alcalde sería investigado por la justicia, la prensa y puede que fuese inhabilitado para el cargo.
Es solo una opinión y unos ejemplos de por qué el 14 de abril rendiré homenaje a la II República como un tiempo de democracia y libertad, y lo haré con el anhelo de poder dejar de celebrar esa fecha y cambiarla por otro día, me da igual cual, me dan igual los colores de la bandera, pero en el que celebre la III República Española.

http://www.salamancartv.com/contributorpost/soy-republicano/



miércoles, 2 de abril de 2014

Paradojas del ser humano

Es curioso pero aún hoy, ¡con la que está cayendo y la que llevamos encima! Te encuentras a gente que de una manera u otra intenta justificar las medidas económicas y políticas de la derecha en general, y del PP en particular, para salir de la crisis.
Estas personas, que la mayoría de las veces se autodefinen como apolíticas por desengaño, aprovechan cualquier ocasión para recordar que, si ellos llegaron donde están, fue por su esfuerzo y su trabajo, sin ayuda de nadie.
Justifican los recortes sociales y miran con recelo las ayudas a vagos y maleantes que no quieren trabajar, porque creen que les es más cómodo vivir de papá Estado. Se lamentan de los impuestos que pagan y de lo mal que van las cosas.
Estos individuos, de naturalezas inconformistas y lastimeras, tienen una simpática paradoja: quieren que sus hijas e hijos sean funcionarios, de lo que sea, da igual, pero trabajadores públicos para que tengan garantizado el futuro. Echan pestes porque a su cuñado, o a su nuera no le han dado la ayuda para libros que pedía, y al vecino del quinto, emigrante, sí, cuando “lo justo sería que  la concediesen a todos, que cada cual tiene lo suyo en casa.”  Recuerdo incluso una acalorada discusión en la que un quiosquero estaba completamente indignado por los ”chorizos” que habían pasado por el Gobierno. Su indignación provenía porque le iba a tocar trabajar hasta los 70 años para, al final, tener una “pensión de mierda” como autónomo.  Uno, prudente y educado, no entró al debate tan acalorado pues es de mal gusto hablar de política y de dinero en la comida, por mucho que le provoquen. Mi sorpresa fue mayúscula cuando  a raíz de otro tema viene a decir lo contento que está porque ha hecho unos trapicheos para que hacienda le devuelva dinero y que tiene su buen colchoncito porque, con el negocio, declara el tramo mínimo de autónomo a hacienda en vez declarar lo que realmente gana.
Son paradojas del ser humano. Egoísmo lo llamo yo.